lunes, 30 de abril de 2007

160 lucas, dos ambientes, baño, cocina

clementine dice:
te enojarías si subo un post mamón a mi blog?
Tomás dice:
no, para nada


Desde hace más o menos como un año y un par de meses que la vida me resulta bien, o por lo menos mejor de lo que solía hacerlo. Cambié, un poco. Aprender seguido de una persona por tanto tiempo lleva a las modificaciones de comportamiento, entre éstas aprender a decir las cosas a la cara y no inmiscuirse en los líos de otros. Y así, 14 meses y la vida no me ha tratado del todo bien -de hecho para nada- pero las resoluciones zen y llorar más seguido me han servido de algo. Hoy me di cuenta de eso, mientras la Mati se iba a trabajar otro lado y necesitaba un abrazo. Me di cuenta que en estos 14 meses no he escrito nada dirigido solamente a ti, ni siquiera para dar gracias por todo lo que has hecho por mi. Supongo que hoy es el día, o eso pensé mientras lloraba cuando la Mati iba camino al auto de su hijo. Eso, el anuncio de las 160 lucas y tu proposición. Quizás no sería mala idea, quizás si nos ganamos el kino o trabajamos como enfermos algún día lo haremos. Y si no lo hacemos seguirás ahí, porque siempre lo haces y espero que no te vayas nunca.
Ahora es un buen momento para decir gracias, por lo días como hoy, por cuidarme cuando estoy enferma, por comprender y por seguir acá a pesar de todo, a pesar de todas las tonteras que he hecho o dicho. Por un día como hoy paseando por todos lo lugares que hemos visitado en estos 14 meses y por pensar que quizás algún día vivamos juntos. Gracias por tener la confianza y gracias por tu fe en mí, gracias por este día y por todo este tiempo juntos.

miércoles, 18 de abril de 2007

Un silencio a dos voces

Me senté y miré la pantalla. Bajé poco a poco aquella barra ingrata que solo se encarga de entregarme decepciones y lo leí. Leí eso que nunca es sobre mí, y nunca retrata lo que pienso o pensé. Me siento de nuevo, no recuerdo haberme levantado, subo la mirada y bajo esa desquiciada barra que me hace más importante de lo que soy, omnipotente. No, no aparezco allí y no es una coincidencia sino el mero capricho de una mente que además de tonta parece ser olvidadiza. Me paro, cocina, té y camino de nuevo a la desgracia más subliminal posmoderna y absurda en la lectura de algo que no debería saberse. Maldigo Internet, yo no debería estar mirando esto, no debería entender lo que estoy entendiendo. Me acuesto, no recuerdo haberme levantado, y me tiro con mi té en una mano a pensar cosas, quizás la incertidumbre de la duda es lo peor que me ha pasado. Como aquella vez ¿Recuerdas cuándo te la comenté? ¿Hace cuánto hablo contigo? no he marcado nada, no he llamado a nadie pero me estás escuchando. Hace cuanto que sabes lo que estaba pensando. No te vas sin embargo desapareces, ¿En qué momento salí de mi casa? Camino largas horas para encontrarme nuevamente frente a esta pantalla, no recuerdo haberme levantado. Y estás tú, detrás de mí leyendo esto que no deberías leer. Me gustaba cuando todo era más cerrado, cuando no podía conocerte. Ahora está esa divagación errante sobre temas tratados-tramitados-borrados-extraditados y enviados, no hay por qué pensar en eso, no hay por que pensar en ti, no hay por qué pensar en mi. Finalmente, nunca soy yo.

martes, 17 de abril de 2007

cosas de hoy

que no dejan de ser ciertas

domingo, 8 de abril de 2007

Cuidado Darwin!

Queridos amigos, conocidos, desconocidos, ministro Cortázar y el difunto Espejo. He tenido el desagrado de conocer al nuevo escalón evolutivo de la cadena del Transantiago, un ser ruin y pequeño que se ha encargado de hacer los viajes aún (sí, pueden ser peores) más desagradables. La denominada: vieja chucky. Qué horario punta, qué empujones, qué agarrones, esa señora puede que no te acose sexualmente (y no te provoque acosarla) pero es peor que todas las anteriores. ¿Cómo reconocerla? Fácil: bajita, de pelo corto, gorda, llena de bolsas y tan rápida como un correcaminos. Rauda, veloz y aerodinámica, aunque en el camino se lleve tu cartera, tu bolso, tu chaqueta, tu bufanda o incluso tu propio cuerpo. Se le puede ver en todas las estaciones de intercambio de línea, corriendo, alegando y empujando a la gente. Nunca está tranquila, siempre debe ir audaz con sus cortas extremidades en busca del primer tren, atropellando a quién se le cruce. Se escabulle, te pisa y te tira a un lado mientras ella pasa las puertas con la luz roja y tú no. Pero así es esta pequeña criatura, deben comprenderla. Después de una extenuante jornada trabajando quién sabe donde, se convierte en su alter ego agresivo y corre afanadamente por los andenes de la línea 1,2,4 y 5.
Así que si se la encuentra, cuidado. Dejen un espacio, escúchenla y vean como corre. No traten de sonreír, es inmune a las amabilidades. Menos intenten tocarle el hombro y decirle tranquila, porque o los acusa de acoso o simplemente son un caso perdido. ¿Quién puede moverse en horario punta en el metro? Si usted lo logra, le aconsejo que mejor se esconda.