viernes, 15 de junio de 2007

cambia todo cambia

Adivinen qué!? una vez más me voy de uno de mis blog, aunque ahora por algo -creo yo- más armónico a la vista. Si quieren leer, o hojear lo nuevo: siga derecho, doble a la derecha y entre a acá. Todos los comentarios y las entradas están allá, por lo menos las de este blog. Cuidaos y nos vemos pronto.

martes, 22 de mayo de 2007

dos de tres

Hoy en la mañana me desperté sabiendo que iba a llorar. Así, simplemente, como cuando uno sale de su casa y sabe que va llover, pero no entiende realmente por qué. Hay razones, quizás, pero es más que nada instinto.
Me levanté, no tenía mal humor hasta el momento ni nada que me acongojara, nada que lograra ensuciar mi limpio y buen humor. Pero como dicen “llover sobre mojado, mil veces ha pasado” y esperé que hoy tuviera paraguas en vez de quedarme a la intemperie. Así que salí de esta casa, escuchando belle and sebastian y con una sonrisa en el rostro. Saludé al micrero, di las gracias muchas veces en el día, caminé, escuché canciones alegres y no había aún nada que turbara mi cabeza. Pasaron las horas, entre amigos, conversaciones, trabajos y todo entre risas ajenas al sentimiento que había tenido al despertar. Entonces llegó la hora, en una micro vieja, vacía y escuchando la misma música que me había hecho alegrar en el día. Ahora era de noche, estaba sola y tenía frío. Pensaba en ella, como loca, no podía sacarla de mi cabeza a pesar del paso de los días. Divagaba, divagaba y divagaba, y llegué a ese punto en el que te das cuenta exactamente de lo que te sucede. Dos lágrimas pequeñas, un poco tímidas de que alguien las viera, y me apoyé en la ventana. Había sido un día muy bueno y ahí estaba en la 216 llorando por nada que me pareciera muy lógico, como si me hubiera tragado la pena de alguien y la hubiera integrado a mi ánimo. Me encontraba apoyada en la ventana , pensando en todas esas cosas buenas que me alejaban de estar cabizbaja. Y nada, supongo que un insulto vale más que mil sonrisas en mi analogía, o una mirada esquiva más que mil abrazos dirigidos.
Llegué acá, abrí gmail y le envié un mail. Como si estuviera más sola que nunca, como si la necesitara acá de nuevo. Eran dos ventanas, dos ensayos errados y sin ninguna concordancia entre ambos, sin ninguna relación. Envié uno, cerré el otro. Supongo que es mejor tener un intento fallido en mano que ver un ciento volar. Sonreí entonces, y miré la pantalla con alegría nuevamente (ignore que la autora de este texto sufre bipolaridad). Podía ser que nunca fuera suficiente, podía ser una auto justificación, podía ser una historia fracasada y escondida de muy poco tiempo, pero si algo me quedaba, es que no lo iba a ser nuevamente. No ahora. Así le escribí y le dije algo más allá de que la extrañaba a como solíamos ser antes, pero lo bueno es que creo que los draft me guardarán el secreto.

lunes, 30 de abril de 2007

160 lucas, dos ambientes, baño, cocina

clementine dice:
te enojarías si subo un post mamón a mi blog?
Tomás dice:
no, para nada


Desde hace más o menos como un año y un par de meses que la vida me resulta bien, o por lo menos mejor de lo que solía hacerlo. Cambié, un poco. Aprender seguido de una persona por tanto tiempo lleva a las modificaciones de comportamiento, entre éstas aprender a decir las cosas a la cara y no inmiscuirse en los líos de otros. Y así, 14 meses y la vida no me ha tratado del todo bien -de hecho para nada- pero las resoluciones zen y llorar más seguido me han servido de algo. Hoy me di cuenta de eso, mientras la Mati se iba a trabajar otro lado y necesitaba un abrazo. Me di cuenta que en estos 14 meses no he escrito nada dirigido solamente a ti, ni siquiera para dar gracias por todo lo que has hecho por mi. Supongo que hoy es el día, o eso pensé mientras lloraba cuando la Mati iba camino al auto de su hijo. Eso, el anuncio de las 160 lucas y tu proposición. Quizás no sería mala idea, quizás si nos ganamos el kino o trabajamos como enfermos algún día lo haremos. Y si no lo hacemos seguirás ahí, porque siempre lo haces y espero que no te vayas nunca.
Ahora es un buen momento para decir gracias, por lo días como hoy, por cuidarme cuando estoy enferma, por comprender y por seguir acá a pesar de todo, a pesar de todas las tonteras que he hecho o dicho. Por un día como hoy paseando por todos lo lugares que hemos visitado en estos 14 meses y por pensar que quizás algún día vivamos juntos. Gracias por tener la confianza y gracias por tu fe en mí, gracias por este día y por todo este tiempo juntos.

miércoles, 18 de abril de 2007

Un silencio a dos voces

Me senté y miré la pantalla. Bajé poco a poco aquella barra ingrata que solo se encarga de entregarme decepciones y lo leí. Leí eso que nunca es sobre mí, y nunca retrata lo que pienso o pensé. Me siento de nuevo, no recuerdo haberme levantado, subo la mirada y bajo esa desquiciada barra que me hace más importante de lo que soy, omnipotente. No, no aparezco allí y no es una coincidencia sino el mero capricho de una mente que además de tonta parece ser olvidadiza. Me paro, cocina, té y camino de nuevo a la desgracia más subliminal posmoderna y absurda en la lectura de algo que no debería saberse. Maldigo Internet, yo no debería estar mirando esto, no debería entender lo que estoy entendiendo. Me acuesto, no recuerdo haberme levantado, y me tiro con mi té en una mano a pensar cosas, quizás la incertidumbre de la duda es lo peor que me ha pasado. Como aquella vez ¿Recuerdas cuándo te la comenté? ¿Hace cuánto hablo contigo? no he marcado nada, no he llamado a nadie pero me estás escuchando. Hace cuanto que sabes lo que estaba pensando. No te vas sin embargo desapareces, ¿En qué momento salí de mi casa? Camino largas horas para encontrarme nuevamente frente a esta pantalla, no recuerdo haberme levantado. Y estás tú, detrás de mí leyendo esto que no deberías leer. Me gustaba cuando todo era más cerrado, cuando no podía conocerte. Ahora está esa divagación errante sobre temas tratados-tramitados-borrados-extraditados y enviados, no hay por qué pensar en eso, no hay por que pensar en ti, no hay por qué pensar en mi. Finalmente, nunca soy yo.

martes, 17 de abril de 2007

cosas de hoy

que no dejan de ser ciertas

domingo, 8 de abril de 2007

Cuidado Darwin!

Queridos amigos, conocidos, desconocidos, ministro Cortázar y el difunto Espejo. He tenido el desagrado de conocer al nuevo escalón evolutivo de la cadena del Transantiago, un ser ruin y pequeño que se ha encargado de hacer los viajes aún (sí, pueden ser peores) más desagradables. La denominada: vieja chucky. Qué horario punta, qué empujones, qué agarrones, esa señora puede que no te acose sexualmente (y no te provoque acosarla) pero es peor que todas las anteriores. ¿Cómo reconocerla? Fácil: bajita, de pelo corto, gorda, llena de bolsas y tan rápida como un correcaminos. Rauda, veloz y aerodinámica, aunque en el camino se lleve tu cartera, tu bolso, tu chaqueta, tu bufanda o incluso tu propio cuerpo. Se le puede ver en todas las estaciones de intercambio de línea, corriendo, alegando y empujando a la gente. Nunca está tranquila, siempre debe ir audaz con sus cortas extremidades en busca del primer tren, atropellando a quién se le cruce. Se escabulle, te pisa y te tira a un lado mientras ella pasa las puertas con la luz roja y tú no. Pero así es esta pequeña criatura, deben comprenderla. Después de una extenuante jornada trabajando quién sabe donde, se convierte en su alter ego agresivo y corre afanadamente por los andenes de la línea 1,2,4 y 5.
Así que si se la encuentra, cuidado. Dejen un espacio, escúchenla y vean como corre. No traten de sonreír, es inmune a las amabilidades. Menos intenten tocarle el hombro y decirle tranquila, porque o los acusa de acoso o simplemente son un caso perdido. ¿Quién puede moverse en horario punta en el metro? Si usted lo logra, le aconsejo que mejor se esconda.

viernes, 30 de marzo de 2007

Detén el invierno

Otoño es la estación idílica para pensar, para arreglar las cosas y para seguir adelante. Es como si la estación completa transcurriera a través de un paseo por hojas secas. A veces es feliz y caminas a saltitos como si no pudieras estar tranquilo; como esos días en que sales con tus amigos y corres, te ríes, bromeas y conversas (como hoy en el auto con Sari). O cuando es más serio, es mover los pies lentamente, meditar más, sentir el frío, mirarse y sentir más de lo que se acostumbra (como el miércoles).
Otoño es la época para salir y hablar lo que no se ha hablado, sonreír y empezar de nuevo. Invierno es más crudo, más complejo, mientras que otoño es solo una sinopsis de lo que vendrá posteriormente.
Me gusta particularmente esta época este año, resolví lo que faltaba por arreglar y me alegré la vida por unos días. Puede que no sea permanente, puede que no resulte del todo, pero por hoy está bien, está bien que sea así.