miércoles, 7 de marzo de 2007

una luna azul

Fue raro, sin duda. ¿Qué más puede ser para alguien que estudiaba en el mismo colegio desde kinder? Un poco de lo mismo, llegar extraña a mirar caras nuevas y ajenas. Observar, sobre lo acostumbrado, e intentar comprender cada gesto, cada seña de mera simpatía. Por supuesto, si tenemos en cuenta que nunca he servido para los eventos sociales, me limité a ser agente externo de la mayoría de las conversaciones. Espectadora de actores que parecían conocerse de años, siglos. Volver a un principio, que para mi pesar ya ni recordaba. Sentarme en una banca a ver como interactuaban, hablaban de nuestro no-mechoneo y de las diversas actividades que nos esperaban. No puedo negar que me sentí en el lugar incorrecto, inmersa en un escenario que no era el mío ni cercano a mi cotidiano. No les di una segunda oportunidad, no pensé en aceptarlos. Eran invasores de una experiencia que debía ser mía, “mis mejores años”. Mentira, mentira, mentira, mentira. No lograba pensar en otras cosas, sentía que me habían vendido algo que no se ajustaba a lo que esperaba. Pero aquí estoy, sentada y expectante a la mejora de mis días. Nada es tan terrible, no dejaré que la adolescencia venga a afectarme ahora que estoy saliendo de ésta. Las clases valen la pena, algunos profesores parecen valer la pena y sí, algunos compañeros/as parecen seguir el mismo camino. Queda aguardar a que las primeras impresiones pasen y apelar a la tolerancia. Mientras tanto nada, feliz primer día de clases.

1 comentario:

Josefina Marambio dijo...

No seas tan dura con ellos... a veces las "Pilis" se pueden convertir en "Sasos", siempre es bueno tener una compañía más liviana, que nos haga darnos cuenta que la vida no es tan terriblemente seria ;)