miércoles, 10 de enero de 2007

some girls are bigger than others

En mis historias los personajes nunca comen, nunca se cansan. Si tienen que juntarse, siempre lo hacen en lugares públicos, lejanos de sus casas. En mis historias los personajes no tienen familia y jamás vuelven a sus hogares. Mis historias nunca duran más de un día y en ellas se dicen -lo que en realidad intentan ser- diálogos filosóficos y perdidos en la arrogancia. Los sujetos no quieren dejar la juventud, son posmodernos y corren corren corren sin saber por qué. Ellos no tienen nada resuelto, nada parece solucionarse a corto plazo. Tienen gatos y se ven tentados a ponerle Fellini.

En mis historias mis personajes son caricaturas de lo que desean ser, ya no se tiran en el pasto a ver las no-nubes del verano y no corren a mojarse con los regadores. En mis escritos ella le pregunta a él porque está tan apurado, él la observa con una mirada vacía inmensa como si necesitara un millón de abrazos.

En mis historias los personajes son autobiográficos, se les olvidan sus moldes y adoptan la personalidad de quién los crea. Aún así son personajes, y en cada una de sus acciones escuchan música que pareciera caer al caso. Suena Placebo, algo de PJ Harvey y un poco de The Clash. Cada cosa para un momento diferente. Él come chocapic y ella toma leche de chocolate. No se hablan y miran por la ventana. Es que a veces son mudos o parecieran que no tienen –o en verdad no quieren- decirse más. En mi imaginación nunca hay relatos de más de tres protagonistas, y siempre hay uno que está relativamente ausente. Las historias nunca son felices, nunca tienen moraleja y nunca cuentan con un final digno de dioses. Sin embargo en mis historias siempre sucede algo que en la realidad no acontece. Mis historias son ficticias y tienen mucho de ciencia ficción. Sin embargo suelen esconderse en tiras cómicas de calibre romántico. Son odiosas, aburridas, empalagosas y adictivas. Mis historias a veces son teleseries que parece que no acabarán jamás. Pero al final del día, piense lo que piense la autora, mueren en su cabeza encerradas bajo candado de siete llaves. Por que es que nunca escribo mis historias, y en realidad nunca se las he mostrado a nadie.

4 comentarios:

Josefina Marambio dijo...

Si, definitivamente son adictivas y eternas. Mientras más pienso que ya es hora del punto final, más cosas emocionantes pasan, como si fuera un ciclo de esos que nunca acaban (el agua, la vida y la muerte, bla bla).
Te quiero miles Zetín, no sabes como me alegran tus visitas sorprais en mi hogar... deberíamos aprender a escribir las dos, para sacarnos todas esas letras que nos hinundan la cabeza.
Nos debemos el teleférico!
Adios!

pez dijo...

Yo también quiero parender a escribir!!!!!!!!

pez dijo...

Espero verte pronto

Anónimo dijo...

Zetaaa!!! tanto tiempo!!
que ha sido de tu vida...
sabes algo... T extrañooo!!!

Porque escribes tan bien?? yo tambien quiero aprender... yo cn cuea escribiria dos líneas!

Te kiero mucho Zeta!!!!!!